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De vivencia pura
Blog de guidor88
16 de Febrero, 2013 · General

Aeropuerto


                No, no me quiero despertar. Hoy no me quiero despertar. Quiero que las horas pasen y me digan que no es el día, que hoy no va a pasar. Quiero seguir durmiendo, quiero seguir abrazándote, quiero seguir sintiéndote acá. Tu calor, tu perfume, tu piel. Por favor apagá el despertador, hoy no quiero que suene, hoy no me quiero levantar, hoy no quiero que el día siga, que el sol brille, que se oculte más tarde, que la gente desayune, almuerce  y cene, que los optimistas salgan a correr porque hay sol, que los turcos vayan a sus puestos de Döner a trabajar. Hoy no quiero nada de eso. Hoy quiero que se pare el mundo. Quiero que dios de una vez por todas me haga un favor, me tire una buena y pare el tiempo. Porque sé que hasta desde el cielo es notorio el amor que nos tenemos, cómo nos amamos, cómo nos besamos, lo imposible que sería vivir separados. Eso lo ve cualquiera. Se siente. Miro tu foto y se siente.

                Y suena de nuevo el despertador y, como vos sos una persona responsable, te despertás. Sabés que ese vuelo lo tenés que tomar. Si no van a venir en busca tuyo y vos sabés que te lo tenés que tomar. Vos tampoco te querés levantar. Y me doy cuenta porque me abrazás, porque me abrazás fuerte y apoyás tus labios en mi frente. Los apoyás incrédulos, deseosos, pero también conscientes. Sabés que te vas aunque no te gustaría dejarme, lo sabés, lo sabemos. Y siento tu calor como nunca. Tu piel es seda rosada. No saques tus manos de mí, por favor no saques tus manos de mí. Seguí abrazándome, quiero que tus caricias en mi espalda se hagan interminables, que sean eternas, paremos el tiempo y vivamos estos segundos de magia como si fueran horas. Sé lo que estás pensando, lo que estás deseando, sé que mientras me estás abrazando, mientras tus labios siguen en mi frente regalándome un beso infinito, una lágrima cae por el costado de tu ojo derecho. La siento, la escucho, cae en la tela de la funda de la almohada y la sufro como propia. Y todos mis esfuerzos por no llorar se tornan vanos, insulsos, no llegan a ningún lado y los ojos se me llenan de tristeza y me es imposible no estallar en llanto.

                Que este instante sea eterno. No quiero que te levantes, no quiero que te duches, que te peines, que te perfumes, que te vistas, que te vayas. Necesito de tu mirada para vivir, de tus palabras para seguir, de tu presencia para respirar. Y en un movimiento que rasgó mi piel para siempre, me soltaste, me dejaste sola, me dejaste pensándote, llorándote. Hiciste lo que tenías que hacer. Te bañaste, me rogaste que no llore más, que si no te destruía y te creí y te creo. La inmensidad de nuestro sentimiento logra eso. Que mis lágrimas sean tuyas y las tuyas mías. Y para no estallarnos en llanto como dos tontos me volvés a pedir que pare, que no llore más. Que por favor me levante y te acompañe porque querés estar hasta el último segundo posible conmigo y recordar mi sonrisa como la razón de la naturaleza. Con el alma desgarrada cumplí. Y lo hice por vos porque si era por mí me quedaba todo el día y el resto de los de mi vida tirada en la cama pensándote, amándote como siempre y como nunca.

                Siempre arrancándome sonrisas hasta en el día más triste de mi vida. Siempre con esa luz en tus ojos, tu boca y tu alma. Y después me pregunto cómo no te voy a extrañar si en mi pecho llevo algo que late sencillamente por vos. Miro tu sonrisa y ahí sí el tiempo se detiene. Ahí sí no hay nada más alrededor. Cómo no te voy a extrañar. Y estamos acá y de esta no zafamos, esta sí que es verdadera, la verdadera, la única, el momento al que tanto le temimos. Y acá estamos y terminás tus trámites y te pido por favor que cuando te vayas no mires hacia atrás, por nada del mundo mires hacia atrás que me voy a despedazar. Y nos dimos el abrazo más húmedo que el planeta haya visto, entre llantos y besos. Y yo no te quería soltar y vos no me querías soltar porque sabíamos que el siguiente paso era vernos por última vez, que te tomes ese avión y no volvamos a disfrutar del amor interminable del otro. Y no me soltabas y yo tampoco te soltaba. Ni se me cruzaba por la cabeza soltarte. Pero era necesario. Y nos separamos y llenos de lágrimas te repetí que no mires para atrás cuando te vayas, que te vayas y listo, que sigas pero que por favor no mires para atrás porque me muero del dolor. Y te fuiste. Y te diste vuelta y te fuiste. Y yo sé que llorabas, conozco cada uno de tus movimientos y, aunque estabas de espalda, sé que llorabas. Y te veía caminar y no, no me aguanté. Te grité que vuelvas, que no te vayas, que quería mirarte y compartir mis lágrimas con vos. Y ahí me desobedeciste. Y qué suerte que me desobedeciste. En cuanto te diste vuelta nos hundimos en un abrazo eterno.

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publicado por guidor88 a las 15:38 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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