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¿Pero
vos pensás que es casualidad? Claro, porque seguramente a todo el mundo le pasa
lo mismo. De hecho, por eso el mundo de los noviazgos es perfecto. Las parejas
se pelean por cualquier boludez y terminan arreglándose al toque porque se aman
un montón. Sí, seguro, siempre es así.
No me mires con esa cara de sorpresa. Con esa cara de “dale, dejate de joder,
ya sé que estás siendo sarcástico”. Si te das cuenta que estoy hablando con
ironía, ¿Por qué no te das cuenta que esto no es normal? Es que de última pensá
en tus otras relaciones que, por suerte para mí, terminaron en nada ¿Pasaba
esto? Bueno, a mí no me pasaba, no me pasó, sí me pasa, sí me va a pasar ¿No te
das cuenta que hace cinco minutos nos estábamos peleando y ahora nos miramos y
no aguantamos las ganas de darnos un beso? ¿Sólo yo me doy cuenta?
¿Vos
pensás que es casualidad? Yo no, la verdad. Para mí no es algo cotidiano, algo
que pase todos los días. Porque te miro y el mundo se destruye silenciosamente.
Se da cuenta que pasó a un segundo plano, que ya no le importa a nadie y se va,
intenta llamar la atención en otro lado porque sabe que entre nosotros nunca va
a tener un rol protagónico. Me imagino al mundo agarrándole la mano al tiempo y
diciéndole “Dale, dejemos a estos dos idiotas que se hacen los invencibles.
Nunca nos van a ver, están en otra”. Y no, no los voy a ver. No mientras la vea
a ella. Sé que ustedes tampoco verían nada si la ven a ella. Si ven cada
detalle de su cuerpo y de su ser. Sé que no verían nada si se plantan en sus
ojos verdes naturaleza. Que los árboles y todo contorno natural pasaría a ser
obsoleto si se detienen en las formas de su cuerpo. Que Dios existe si
contemplan cada aspecto de su personalidad, pero él no es la gran cosa, la
perfección está frente a sus ojos. La única razón de las sonrisas del mundo. Su
sonrisa, sus ojos, su voz. Chau, tiempo, chau, mundo. Tengo cosas mucho mejores
que hacer que andar lidiando con ustedes. Así les diría a ellos. Porque para mí
no es casualidad. Porque te miro dos segundos a los ojos y nada es casualidad.
Porque te miro dos segundos a los ojos y todo es real y todo es vida y todo es
amor y todo es mi vida. Porque me mirás y me sonreís y nada de lo que hasta
ahora existió existe. Nada. Nada de nada. Sólo vos. Sólo yo.
Porque
te tengo y me desespero y no te tengo y me desespero. Extraño tu cuerpo, tus
manos y tus besos de café. No puedo evitar la mirada parsimoniosa cuando tu voz
se hace oír como un celestial canto de ángeles. No puedo evitar la reacción
desaforada cuando siento que mi cuerpo estalla, que no tiene más lugar, que
todo el amor o al menos un poco de él debe salir porque no cabe en un envase
tan pequeño. Porque me mirás y me sonreís y nada de lo que hasta ahora existió
existe. Nada. Nada de nada. Sólo vos. Sólo yo.
No,
no es casualidad. Se llama amor. Y es el más grande. No te preocupes, no tenés
que avisarle a nadie. No tenés que contarle a nadie. Todos se dan cuenta cuando
nos ven. Cuando te ven, cuando me ven. Cuando nos ven. Todos se dan cuenta. Es
amor. Y es el más grande.