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23 de Abril, 2012 · General

Gardeleando

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            Otra gota. Se para y escudriña su camisa y el pantalón que supo estar limpio esa mañana. Zapatos mojados y con un tinte negro mezcla de humedad, tierra y mugre. Hay tantas cosas que Joaquín siempre quiso saber y sin embargo nunca les buscó respuesta. Esa gota, esa que le cayó desde el quinto piso y le recordó que aunque llovizne hace calor, esas que inevitablemente caen en la humanidad de los peatones, que cuentan con la lluvia pero no con el sentimiento individualista de aquellos que prenden su aire acondicionado y les son indistintas las gotas que podrán arruinar trajes de vestir, camisas que otorgan más prestigio que comodidad. Se pregunta qué haría él con un aparato como ese. Continúa la garúa de ritmo sostenido post-tormenta y algunos siguen resguardándose bajo toldos verdes que lo cubren a uno de las gotas más crueles, aquellas que precisamente caen en las mismísimas esquinas de ese techo.  “En definitiva el agua se seca” piensa Joaquín lanzando insultos a una seguidilla de Jefes de Gobierno que no nombra pero a los que responsabiliza de las baldosas flojas. Estar en Buenos Aires en días de lluvia obliga a percibir con ojo de halcón, qué piso es seguro; un paso en falso y otro pantalón y otros zapatos a la miseria.

            Se detiene y piensa. Desde chico que le parece que la lluvia tiene un toque depresivo y pensante, de reflexión; siempre le gustaron esos momentos a solas: la lluvia y él, el agua y sus recuerdos. La plaza donde podía estar largas horas pateando una pelota con completos desconocidos unidos por el amor al esférico. Una madre inexorable que alimentaba la timidez de su hijo dándole el gusto de preguntar ella si el nene podía jugar. Los juegos, la hamaca, la estatua que nadie dejó de escalar y el tren al que tantas veces saludó. Esas calles lo vieron nacer y lo hicieron crecer en compañía de amistades eternas y cruzándose con pibes de su edad practicando sus primeros robos.

            Mirando la lluvia desde una ventana abierta recuerda todo eso Joaquín. Ese, que a pesar de interminables esfuerzos por conservar su nombre, terminó por llamarse “Joachim” (ioajim). Se pregunta si alguna vez pegará el retorno definitivo, si dejará de mandarse correos con los amigos y comenzará a hablar por teléfono, si podrá volver a ser esa persona impuntual y despreocupada; volver a vivenciar esa relajación que marcaba su personalidad. Porque en el famoso primer mundo será todo perfectito pero nadie te ceba unos buenos amargos a la tarde del sábado. Falta espontaneidad, faltan impulsos incontenibles, faltan risas y sobre todo abrazos; faltan sorpresas de cualquier índole. Si hasta ya extraña lo impredecible de las calles un día de lluvia.

            Ella sonríe haya sol o ganen las nubes. Sonríe e invita a disfrutar. Soberbia muchas veces y creyéndose acreedora de ello. Nada es fácil, nunca es fácil. Sonríe a pesar de derrumbes, masacres, accidentes provocados por la impaciencia de quienes tanto la añoran. No la cuidan, lo sabe. No la cuidan y sabe certeramente que cuidada sería la flor más bella en jardines del olimpo. Paradójico suena que el cuidado no vaya de la mano con el cariño que le guardan porque ¿Quién puede no quererla? Tonos verdes adornan recuerdos grises de viejos enamorados.

            Cuando la primer lágrima cae de las grietas de la piel de Joaquín decide abrigarse. Luego de reprimir esas muestras de sensibilidad se vio vencido y lo mejor será salir. Toma todos los recaudos y mira hacia afuera: unos cinco alemanes aguardan en la puerta de un edificio que las líquidas estacas bajen su intensidad como si fuera la tormenta más fuerte que vieron en este milenio de apenas dos años. Recuerda a Buenos Aires. Simplemente toma un piloto y sale a mostrar su valentía y prepotencia sudamericana; total él sabe lo que es sufrir la lluvia y éstos no saben que son afortunados por mantener sus zapatos sin la tierra de abajo de los pisos. Sale a caminar con sus recuerdos y depresiones a cuestas y piensa en su Buenos Aires querido y cuándo lo volverá a ver.

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publicado por guidor88 a las 20:54 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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