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Y otra vez me dijiste que la cara se
me ilumina cuando estoy feliz. Y otra vez yo me sorprendí con tu sorpresa. El
espejo tiene la facultad de reflejar imágenes. Es bueno con eso de verdad, no
se le escapa nada. Pero evidentemente el espejo no transmite nada, sólo refleja
lo que tiene adelante. Algún día voy a inventar un aparato que cubra sus
falencias, porque son cosas que no te podés perder. Está claro que no te das
cuenta qué pasa, no te percatás de lo que generás.
La
cara no se me ilumina cuando estoy feliz, la cara se me ilumina cuando estoy
con vos. Estando con vos hay veces que no te puedo ver porque veo todo blanco,
pero hay veces que te veo con tanta facilidad que hasta me encandilás. Vos
iluminás. Con tu luz, con tu sonrisa y esos ojos celestes que me esclavizan día
a día. Vos sos mi sol, sos la luz alrededor de la cual gira mi felicidad, mi
razón de ser. Sos vos la que de repente dirige su mirada hacia mí y mi cara
toma brillo por lo que vos generás. Mi cara toma brillo y es imposible dejar de
brillar, dejar de sonreír, si te tengo a vos conmigo.
La
cara se me ilumina porque vos la iluminás. Porque tenés que entender que es
imposible que no se ilumine si vos estás ahí. Si me peleás (porque sé que te
gusta pelearme) ahí es cuando no está iluminada porque aparecen las nubes por
todas partes. Se llena de manchas blancas por doquier que me impiden la visión,
que me nublan la vista y que me hacen sentir mal, perdido, tratando de
encontrar una salida que me traiga a vos y un beso tuyo diciéndome que me amás
y que sólo me estás molestando porque te causa gracia cuando me enojo (aunque a
mí claramente no me cause gracia). Pero ahí ya no importa nada. Ahí ya me
dijiste que no me estás peleando en serio y las nubes desaparecen como huyendo
aterrorizadas, se van enseguida y ni siquiera puedo ver por dónde se van, sólo
sé que a partir de ahí puedo apreciarte. Puedo contemplar el arte de tu rostro
de ángel de cristal y en definitiva es eso lo que me importa. Con el privilegio
de poder estar ahí así lo único que me preocupa es que ese momento dure
eternamente. Es que vos no te das una idea de lo bonita que sos. Toda vos
parecés tallada a mano por el escultor más talentoso que vio la historia de
este mundo. Si a esto le sumamos que tu dulzura infinita encaja a la perfección
con tu ser físico, es entendible que ilumines. Vos no te das cuenta de muchas
cosas propias de lo que sos porque el espejo refleja, pero no transmite. El
espejo nunca te va a mostrar lo dulce que sos o cómo iluminás lo que te
propongas. Él sólo te va a devolver la imagen de una mujer hermosísima
intentando lo imposible: ser más linda aún. Él te puede mostrar que algo te
queda bien o mal pero sabé que más preciosa nunca vas a estar, porque más
preciosa no existe. Ya no existía tu nivel de belleza antes de que nacieras,
conformate con haber revolucionado el mundo de la estética ese 7 de Junio.
Me
estoy extendiendo en algo que es tan simple que no lo podés ver. La explicación
a todo esto es que me hacés sentir en el cielo cada vez que estoy con vos. Y en
ese cielo, en ese color celeste bien claro y ameno para los ojos, vos sos el
sol. Vos sos lo que ilumina todo, lo que le da vida a todo, de vos depende
todo, pero absolutamente todo, yo sobre todo. El simple hecho de tenerte me
transporta a allá arriba y no bajo hasta que nos separamos. Y ahí que bajé, que
no me queda otra que pisar la Tierra y vivir la realidad, me quedo colgado
pensando en vos y en nuestro cielo compartido y la sonrisa de bobo no se me
borra hasta por horas. Eso es todo lo que generás, eso es todo lo que producís,
todo lo que sos y por eso te voy a agradecer por siempre, porque nunca me voy a
separar de vos.