Tus
ojos se posan en los míos. Vos sabés lo que va a pasar. Yo sé lo que va a
pasar. Después de numerosas sonrisas que me esforcé en robarte, en arrancarte,
en arrebatarte para hacer de mi existencia algo ideal al menos por segundos,
tus ojos se posan en los míos y los dos sabemos lo que va a pasar. Y tal vez si
el momento durara más, se verían gotas de sudor bajando por mis sienes, se
notaría el calor debajo de mis brazos, mis nervios me jugarían una mala pasada
y titubearía en la primer situación en que se me exija una reacción. Pero el
momento no dura tanto. Son sólo segundos. Son segundos que en mi cabeza duran
años. Segundos que generan tantas sensaciones, tantos sentimientos, tanta
adrenalina que podrían escribir su propia historia. Y todo esto sólo por el
amor. En esa sencilla palabra de cuatro letras se resume todo esto. Porque lo
conozco, sé de qué se trata, no me es ajeno, y lo reconozco. Lo escuché
asomarse aquella noche en que nos dimos nuestro primer beso. Me palmeó la
espalda cariñosamente cuando te invité a salir solos por primera vez. Me dio un
beso en la mejilla y me dijo: “Esto es un camino de ida”, cuando tuve el placer
y el orgullo de acariciar tu piel sin ropas durante horas. Lo conozco, me
conoce, sabe lo que siento, sabe que está presente, sé que lo está.
Y
el amor a primera vista no existe para mí, pero sí hubo algo que me mostró que
eras distinta. Y tal vez a primera vista no existe el amor pero un amor que se
refleja ante cada vista es mucho más fuerte, de eso no me cabe ninguna duda.
Porque ante cada vista, ante cada mirada, viendo cada uno de tus movimientos
puedo sentir el amor golpeando en todo mi cuerpo, marcando territorio,
haciéndose sentir e insistiendo en que está presente y no se irá. Con vos
además no se impacienta, se sabe vencedor, se sabe asentado. Cada segundo que
se fija en mi cabeza, en mi corazón y en mi propio cuerpo confirma que no hay
lugar para nada más. Una u otra actividad podrán ser efectivos pasatiempos pero
nunca ocuparán tu lugar. No es casualidad que tu sonrisa sea una presencia
constante en mi imaginario y mis ojos me insistan para verte otra vez. Mis
labios te extrañan, mi cuerpo te añora, mis manos te necesitan para sentirse
vivas.
Y
tus ojos se posan en los míos. Y vos sabés lo que va a pasar y yo sé lo que va
a pasar. Y tal vez este sea el momento más hermoso. No el más hermoso de este
día, el más hermoso de la vida. Y no el más hermoso de mi vida, el más hermoso
de la vida del ser humano. Esa persona, esa mujer, ese ser increíble e incondicional
se acerca a vos. Lentamente, de manera muy leve levanta su mano derecha y te
acaricia la cara. Te mira fijo a los ojos a milímetros de distancia. La
acariciás, tratás de darte cuenta de que es real, que no estás soñando. La
acariciás, ella te acaricia. En un segundo que merecería ser eterno ambos
cierran los ojos con suavidad y se funden en un beso eterno y precioso que le
da sentido a la vida.
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